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Mujeres y Actualidad (histórico)

Entrevistas: Sexismo y Preguntas Indiscretas

Lara Valencia
La lucha por la igualdad es un camino de piedras y una no puede quitarse nunca las gafas violetas. Solo luciéndolas contra viento y marea podremos frenar todo micromachismo, esa discriminación sutil y cotidiana que sufrimos cada día por el mero hecho de ser mujer. 
 
Navegando por internet encontré dos entrevistas que me recordaron, por desgracia, a situaciones micromachsitas que he vivido en mi búsqueda de empleo. La primera es una entrevista que el presentador de TV Michael Parkinson hizo a Helen Mirren en 1975. Mirren, quien empezaba a ser reconocida en la industria del cine y el teatro por su carrera, tuvo que soportar un interrogatorio misógino en el que se cuestionaba su talento. ¿El motivo? que su físico era demasiado llamativo como para tomar sus cualidades como actriz en serio. Pensé entonces en ese buen amigo que todas tenemos, el que dice apoyar la igualdad y entender que la violencia machista es un problema, pero que sin embargo no puede entender de qué hablamos cuando mencionamos los micromachismos. El que denuncia los asesinatos de mujeres, pero que considera otras cuestiones discriminatorias como una exageración nuestra. 
 
A ese amigo, le pondría el video de otra entrevista, para que entienda cómo ese micromachismo aplicado a la inversa chirría por los cuatro costados. Hablo de una entrevista experimento que BBC Mundo hizo al cantautor uruguayo Jorge Drexler (ver video). En este encuentro la entrevistadora convierte los logros artísticos del compositor en algo superficial para centrarse en asuntos personales, el físico o la paternidad. Ver la reacción de Drexler no tiene precio. Responde tranquilo y con amabilidad, pero no se puede negar su cara de desconcierto. 
 
Como decía, yo ya no me quito las gafas violetas ni para dormir y de la misma manera las llevo en mis entrevistas de trabajo. Recientemente fui invitada a un proceso de selección en el que por momentos fui Helen Mirren y Jorge Drexler a la vez. Claro que, tengamos en cuenta que ni estamos ya en 1975 - caso del video de Hellen Mirren - ni este caso fue un experimento, como en el de Jorge Drexler. 
 
Muy lejos de ahondar en mi CV, la persona encargada de entrevistarme tuvo la ocurrencia de preguntarme dónde y con quién vivo, además de investigar cuáles eran mis planes a medio y largo plazo. No se refería a mis proyectos laborales, sino a mis planes de vivienda. De una forma muy poco sutil, y que más bien se acercaba al flirteo, me preguntó mi edad. El remate de la conversación vino cuando al seleccionador le dio por mirarme fijamente a los ojos para preguntarme "¿por qué te pintas los ojos así?". 
Abandoné aquel lugar en shock, pero a sabiendas de que estas prácticas son más frecuentes de lo que queramos imaginar. Conté la anécdota a amigos y familiares. Cuando contaba la experiencia en mi entorno, apenas se generaba debate, todo el mundo entendía por qué lo sucedido me había escandalizado. Sin embargo, no pude evitar pensar que había algo de cinismo y que de no reproducir esta historia por escrito o en alto mucha gente seguiría viendo la discriminación y la vida pasar. 
 
Los periodos de búsqueda de empleo pueden llegar a ser muy tediosos. El cansancio y la desesperación por encontrar un trabajo nos pueden llevar al error de tolerar y normalizar lo inaceptable.  De esto no hablo solo yo, se han  dado cuenta la administración pública - intentando por ejemplo impulsar el CV ciego -  y el sector empresarial. Sin ir más lejos, Cepymes informaba recientemente de la estrategia #TalentoSinEtiquetas que Adecco y su Fundación han puesto en marcha. En palabras de Iria Vázquez, directora de servicio y calidad de dicha empresa, los procesos de selección tienen "vicios adquiridos que visibilizan una cultura discriminatoria", a la vez que insistió en la necesidad de "transformar la mentalidad y procesos de las empresas y de los profesionales de recursos humanos para que tenga efecto". 
 
Yo ya había llegado a estas conclusiones antes de leer los comentarios de Iria Vázquez y no dudé demasiado en hacer mi denuncia. Hice saber al departamento de RRHH lo ocurrido para expresar mi malestar. Tras mi queja recibí disculpas y se me informó de que en la organización en cuestión tomarían medidas para erradicar estas situaciones y hacer frente a los procesos discriminatorios. Cierto es que con mi denuncia no está todo ganado, pero estoy segura de que estas quejas ponen los puntos sobre las íes y generan amplios debates. Si cada una de nosotras pidiésemos rendición de cuentas ante los micromachismos sin recelo, quizá estaríamos agilizando las transformación de todas esas mentes que nos juzgan y nos discriminan por ser mujer. Piensa en cuál ha sido tu trayectoria en las entrevistas de trabajo, no te calles y sobre todo comparte tu historia con nosotras.