Reportera desde hace más de veinte años, Mónica García Prieto ha dado testimonio de los conflictos de los Balcanes, Oriente Medio, Afganistán, Irak, Siria, Chechenia o de la guerra Israel-Palestina entre otros. Defensora de la figura del freelance como baluarte de la independencia periodística ha sido galardonada con el premio Ortega y Gasset de Periodismo (ex aequo), y acaba de recibir el galardón Cirilo Rodríguez para corresponsales. Hoy ha hablado para Iguálate.
P- Acaba de recibir el premio Cirilo Rodríguez, la sexta mujer distinguida con este galardón. ¿Son las mujeres periodistas menos escuchadas, menos reconocidas o es que las corresponsalías son terreno de hombres?
R- En general, no creo que los periodistas debamos atraer atención mediática: nuestro papel es comprender y explicar las situaciones sobre el terreno para permitir que nuestras sociedades tengan el conocimiento suficiente para adoptar decisiones políticas y prevenir problemas que suceden en otros países. No debemos ser noticia: estamos para buscar y dar noticias. En las corresponsalías internacionales no veo hombres o mujeres, sólo profesionales haciendo el mismo trabajo. En cuanto a la diferencia de reconocimiento del trabajo, las diferencias que se observan en nuestro oficio son algo extrapolable a todos los sectores profesionales: por desgracia, las mujeres salimos perdiendo en todas las esferas de la sociedad. Creo que es un tipo de discriminación que sólo cambiará cuando cambie la educación que reciben los hombres y pasen a percibirnos como iguales.
P- Ha defendido la figura del/la freelance para garantizar la independencia a la vez que ha denunciado la situación de estos/as profesionales en España, ¿es cierto que hay medios que pagan menos de 50 euros por una crónica desde Siria? ¿Esta desprotección es generalizada entre los/as reporteros de guerra a nivel internacional?
R- La desprotección es generalizada y se ha extendido a todo el mundo, aunque creo que es más acusada en España, porque a las tarifas irrisorias y a la falta de empatía hacia el freelance se suma una absoluta falta de respeto. Un buen ejemplo es la ausencia de respuesta a muchos correos electrónicos con propuestas de temas, o las demoras en las fechas de publicación; otro ejemplo es lo fácil que le resulta a un medio publicar una crónica, entrevista o reportaje y lo difícil que le resulta pagarlo. Algunas empresas complican el procedimiento de facturación de forma que, a menudo, tardamos meses y en ocasiones años en conseguir que se nos pague un trabajo ya publicado, para el cual -obviamente- tuvimos que adelantar gastos.
P- Este mes sale a la venta su nuevo libro sobre el ISIS e Irak. En un panorama donde la figura del/la “contertulio” que sabe de todo se extiende en los medios, ¿faltan voces expertas que informen con rigor sobre los acontecimientos actuales, sus consecuencias y causas?
R- Llevo viviendo fuera de España más de una década y eso implica que no siga demasiado de cerca los medios españoles. Cuando paso por España de vacaciones me resulta desalentador escuchar las tertulias en radio y televisión, porque, en lo que concierne a política internacional, no hay voces autorizadas: hay voces a secas, a menudos en tono desproporcionadamente alto, palabrería vacía y muchos argumentos maniqueos y superficiales que alimentan la confrontación y el odio, en lugar de promover el debate o el entendimiento. Ni siquiera se consulta a expertos: son los mismos contertulios los que abordan todos los temas, desde un partido de fútbol hasta la quiebra de un banco o una insurrección social en Asia Central. Eso resta cualquier posible credibilidad, a mi juicio, a toda la profesión. La ciudadanía nos mete a todos los periodistas en el saco de los tertulianos, y no creo que esos tertulianos hagan nada, ni siquiera lejanamente parecido, a periodismo. En ese sentido, me parece imperativo apelar a la responsabilidad de los periodistas como creadores de opinión.
P- Con 19 años cogió la maleta y comenzó su vida como reportera, ¿tiene alergia a los despachos? ¿Puede vivirse el periodismo sin salir de la redacción?
Creo que el periodismo, por antonomasia, está fuera de la redacción, no dentro. Fuera están las historias, y con los medios tecnológicos actuales cualquier espacio físico es apto para escribir textos o editar el material audiovisual que producimos y enviarlo a los medios, sin necesidad de pasar por la redacción. Las redacciones -en mi memoria pesa la redacción de El Mundo de los años 2000-20005, cuando trabajé allí- me gustan mucho, por el ambiente intelectual que concentran y por el compañerismo, pero en ellas no me siento en mi lugar.
P- ¿De dónde le vino la vocación por el periodismo de guerra? ¿Qué le diría a quienes quieren dedicarse al reporterismo?
No procede de ninguna parte: creo que es una mezcla de interés por la historia y por la antropología. Siempre me atrajo la posibilidad de vivir acontecimientos históricos en primera persona, en lugar de leerlos en los libros, y también me fascinaban los comportamientos humanos en situaciones de tensión extrema. A quienes quieran dedicarse al reporterismo internacional sólo les puedo recomendar tesón, porque estos tiempos son muy difíciles, pero también ánimo: no van a ganar dinero, pero van a ganar experiencias vitales únicas.