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Las Invisibles

Las invisibles en cines Paz

Las invisibles a toda pantalla.

La comedia de Louis-Julien Petit convierte en éxito de taquilla en Francia una historia de mujeres invisibles.  Por Cotehoslo

Pongamos un reto a la administración. A servicios sociales, por ejemplo.

En tres meses hay que conseguir que un grupo de 15 a 20 mujeres de un centro de día, la mayoría de ellas entre 35 y 55,  sin casa, sin trabajo, sin recursos y sin autoestima, se encuentren a sí mismas para poder desenvolverse con seguridad en la sociedad. ¡Ah! El propio centro de día está carente de recursos, no estamos hablando de un centro de día dotado con holgura…

¿Pistas? Acudan al cine, a ver la comedia francesa Las invisibles, dirigida por Louis-Julien Petit, cuyo preestreno organizó la Fundación Adecco el pasado 28 de marzo en los cines Paz y Cinesa Proyecciones de Madrid y que se puede ver ya en las salas de toda España.

Una buena dosis de humor, mucha empatía, esfuerzo, tesón, y cariño no son malos ingredientes para la receta sanadora.

Pero Louis-Julien Petit no se lo inventó todo. Se basó en el documental ‘Mujeres invisibles, sobreviviendo en la calle’ dirigido por Claire Lajaunie que también transcribió su experiencia con estas mujeres de carne y hueso a un libro ‘Sur la route des invisibles’ (disponible, de momento, solo en francés).

Con ese material bruto, guionizado en clave de humor, y protagonizada al alimón  por actrices y las propias protagonistas de las historias que se cuentan, Petit trenza una comedia con grandes dosis de ternura, optimismo y final empoderado (que no feliz). Desgrana el difícil camino para revertir, en tiempo record, una situación de exclusión hasta que estas mujeres puedan volver a creer en sí mismas. Habla de la necesidad de apoyo para recuperar el amor propio y salir a vivir la vida en plenitud, con sus dificultades, sus trabas, pero convencidas de que ellas podrán.

Trabaja con personas que sienten, padecen, sufren, temen, aman y sueñan.  Y cada una a su manera. Sin patrones fijos. La película expone todas esas circunstancias con conocimiento de causa. Las protagonistas se exponen ante el público orgullosas de lo que son, con nobleza; mientras que las trabajadoras sociales (de la ficción), asumen riesgos, dedicación, lucha y gran dosis de creatividad para evitar dejar en la estacada a personas que merecen que se las escuche y se les apoye.

Le podemos llamar sororidad, le podemos llamar empoderamiento, pero quizá la mejor palabra es humanidad.

El auditorio del preestreno arrancó en risas y aplausos en varias ocasiones. Sospecho que porque algunas de las presentes se veían reflejadas ante un espejo, de diseño francés sí, pero un espejo al fin y al cabo.

¡No se la pierdan!