Conozco a un hombre cabreado desde que solicitó la jornada reducida por cuidado de una menor. Hasta ese día, había sido un hombre con “suerte”, era un hombre blanco, viviendo en un país occidental, con una carrera técnica, que trabajaba en un sector con alta empleabilidad, además era un hombre capaz, talentoso y, por tanto, reconocido y bien considerado en su empresa.
Nada de eso, ha cambiado…sigue siendo blanco, talentoso, con carrera técnica…pero cuando su horario cambió, aunque no drásticamente, sólo una mínima reducción de 5 horas y se quedó con 35 horas semanales, todo se transformó.
La jornada habitual en cualquier organismo público es para la empresa privada un problema, un contradiós, una incidencia… Por ello, pasar de estar bien considerado a ser una anomalía, no se lleva bien, nada bien.
Este hombre empezó a prestar atención a su alrededor y empezó a detectar a otras anomalías…en general y por mayoría aplastante, anomalías-mujeres. Y empezó a escuchar ciertos comentarios…
Situación 1: El ascensor en un edificio compartido por importantes empresas, una persona de recursos humanos intenta venderle a otros dos responsables que la mejor candidata es una mujer, que tiene muy buen Curriculum, que se adapta totalmente…los otros dos, no lo niegan, pero declaran que “ya sabes, tiene familia, no puede ser”. En favor del técnico de recursos humanos, hay que decir que lo intentó varias veces con argumentos profesionales convincentes, pero no los suficientes para los otros dos.
Situación 2: Máquina de café, del mismo edificio compartido por importantes empresas, lo que no sé si podríamos decir, por buenas empresas…Dos trabajadores hablan de una tercera que tiene jornada reducida…pero “Fíjate, para ir a la fiesta de la empresa, no tiene jornada reducida…” Por lo que se ve, si te responsabilizas de mayores o de menores, debes vivir entregada al trabajo y tus responsabilidades y no tener el más mínimo momento de asueto. Ni para la fiesta de Navidad de la empresa. Sin respiro.
El hombre, al fin, se ve, o mejor dicho, ve cómo han empezado a verle los demás. Y no le gusta nada. Y su enfado crece y crece. Y, al mismo tiempo, empieza a conocer la triste o difícil realidad de tantas y tantas mujeres que han tratado de compatibilizar carrera profesional y crianza o cuidados.
Esta historia, puede que os resulte conocida. La mía, por desgracia, es real, y seguro que la vuestra, también. La Responsabilidad Social Empresarial y los Planes de Igualdad, siguen siendo en muchos casos, una mera declaración de intenciones.